domingo, 15 de julio de 2007

LOst...


...susurros en lost in translation...

"sálvame, saltaré el primero"

miércoles, 11 de julio de 2007

Granizo en los soportales (siempre tu nombre)

"Esta tormenta de verano es un segundo de un invierno entero, el mundo gira en un sentido absurdo mientras yo te espero... Todos los pájaros estábamos mojados pero todo huele bien"

Quique González.

Lluvia en los soportales (siempre tu nombre)


El poeta tacha mientras la vida escribe,
mientras se siente entre tus manos ceniza
y huidiza tú pronuncias palabras de tiza
y yo me escribo tu nombre en la ingle.

El mundo se para mientras la vida sigue,
mientras me siento entre tus dedos ceniza
y con huidizas palabras dices lo que ahora es de tiza
y yo me escribo tu nombre en el vientre.

Y yo me siento granizo entre tus dedos huidizo
y me derrito, y marchito queda este amor que ahora se tacha
y la vida sigue y escribe y el poeta se para,
cuando el mundo y mi cuerpo siempre serán tu nombre.

sábado, 7 de julio de 2007

28 aburridas semanas después

Bueno, toca hablar de "28 semanas después", esta vez sin historias paralelas ni ensoñaciones veraniegas. No me esperaba nada más de lo que cabía esperar, es decir, un producto, una película industrial. Ahora bien, por lo leído y oído en diferentes sitios, confiaba en que fuese un producto bien hecho y, sobre todo, divertido (que ya es mucho...), pero no fue así, me pareció una película con muy poco atractivo e incluso aburrida en alguna de sus partes. Llegué a pensar que quizás ya no me diviertan estos productos simplemente divertidos, pero enseguida lo descarté ya que películas recientes como, por ejemplo, "Piratas del Caribe"(aún teniendo alguna laguna importante), de Gore Verbinski u Ocean's Thirteen, de Steven Soderbergh me hicieron disfrutar y me entretuvieron durante sus dos horas (que como ya he dicho antes eso ya es mucho). Pero la película de Fresnadillo carece de varios elementos que las otras sí tienen.

Una de estas carencias es el atractivo de sus personajes. El español intenta trasladar el protagonismo del film de un personaje a otro, comenzando por el interpretado por Robert Carlyle - solvente actor que hemos visto en "La canción de Carla", de Ken Loach, en la popular "Full Monty", de Peter Cattaneo, o en Traispotting, de Danny Boyle-, pero rápidamente este personaje pierde casi totalmente su importancia o, al menos, su presencia física aunque permanezca circulando fantasmalmente por la cinta y por la cabeza de los personajes, y en ese momento el protagonismo del filme no queda del todo claro, dividiéndose entre la mujer que trabaja en el centro, los dos chavales y el tirador que les ayuda en su huída. Aunque finalmente podemos considerar que el mayor protagonismo recae en la pareja de hermanos, principalmente en el niño. Bien, este juego de translación del papel protagónico de un personaje a otro según van cayendo en manos del virus infeccioso, como si de una carrera de relevos se tratase, se convierte en un juego, quizás valioso por su atrevimiento, pero fallido. Sobre todo porque los caracteres que se mueven por la cinta de Juan Carlos Fresnadillo son planos e insulsos y no consiguen en ningún momento que nos identifiquemos con ellos. Quizás podamos salvar las relaciones que se dan entre los distintos tiradores, pero el personaje más atractivo y el que goza de una mayor profundidad es, para mí, el de Robert Carlyle (dados sus sentimientos de culpabilidad), que desparece demasiado pronto sin que nadie sea capaz de sustituirle con garantías.

Sin la belleza de personajes que puede tener "Los piratas del caribe", "28 semanas después" tampoco es, ni mucho menos, tan divertida ni bella como "Ocean's Thirteen". Su terror consiste en trucos sonoros y de imagen pero, ni aún así, es eficiente (salvando el buen comienzo). Respecto a la belleza, su gran baza son las imágenes de ese Londres totalmente vacío, recurriendo una y otra vez a esas imágenes (y haciéndonos imaginar cómo lo habrán hecho) que a pesar de ser impactantes no hacen sino aumentar la frialdad de esta sosa película, que - como apunta Gonzalo de Pedro en el número 2 de Cahiers de Cinema España- no admite una posible metáfora política más allá de lo evidente (el terror de un Londres que ha sufrido la barbarie terrorista) y que no es capaz de explorar con un mímimo de profundidad ningún sentimiento humano, ni si quiera el de amor, esbozado al comienzo de la proyección, ni el del miedo, en teoría constante durante todo el metraje .

Al menos, espero que este filme le haya servido a Juan Carlos Fresnadillo - recordemos que fue todo un éxito de taquilla en Estados Unidos- para afianzarse como un director eficiente de cara al público, pero ojalá su próxima película esté más cerca de "Intacto" - su ópera prima que le valió un premio Goya como mejor director novel- que de "28 semanas después". Una cinta que sin llegar a se detestable, no consigue alcanzar el nivel de una gran película de entretenimiento al olvidarse de lo humano (siempre esencial en cualquier tipo de pelíicula) y actuando como un producto mecánico que resulta frío e ineficiente.

lunes, 2 de julio de 2007

Montañas rusas.


Un relato dedicado.

Montañas rusas.


Ya había llegado Junio y con él las fiestas de mi barrio, todos bajaríamos, todos sabíamos que no había nada lo suficientemente importante como para no bajar al parque en esos días. Los chicos decían que había perdido brillo en la mirada. Hacía ya un mes que te habías ido. Sé que esta noche te veré por la feria. Los chicos del barrio dicen que hoy brilla mi mirada.

Llegamos sobre las 9 y todo era como era todos los años. Conforme ibas caminado por la arena del parque te ibas encontrando con conocidos. La mayoría me caían mal pero les saludaba amigablemente. Alguno me preguntaba por ti, yo simplemente les decía que estarías por aquí, pero que no estaba seguro. Nada más, no me apetecía hablar. Caminamos entre las atracciones, me quedé un rato mirando la montaña rusa, olía a algodón de azúcar y a verano. Bordeamos los coches de choque, no nos queríamos encontrar con los que se alegrarían de encontrarnos, sobre todo con los bolsillos llenos. Nos sentamos en la hierba, hablaron de chicas, bebimos cerveza y fumamos porros. A las 10 empezaba a tocar un tipo del que no sabía nada. Sabía que estarías entre la gente.

El tipo que cantaba tenía pinta de no haber tenido suerte, podía haber llegado a estrella pero sonaba demasiado bien y ahora va de feria en feria. Pasaron las canciones. Te buscaba en la cara, en el pelo, en el culo de cada chica que veía. Se acababa el concierto. Sin decir nada dejé a mis amigos, encendí un cigarrillo y fui a buscarte. Esquivé a mucha gente antes de verte a ti esquivando a mucha gente. Nos miramos. Nos acercamos. Nos abrazamos.

Abrazados bailamos sin movernos. Con mi pecho entre tus pechos y tu cara apoyada en mi cuello sentí que volvía a mi casa, que estaba de nuevo en mi hogar. Sentí de pronto todo lo sentido, toda la fuerza, todo el amor. Pensé en susurrarte que te quería, que te iba a cuidar cada día del resto de nuestras vidas, que aunque estaba seguro de que volverías a escaparte estaba aún más seguro de que te encontraría. Pero no dije nada. Desde el primer abrazo sentí que estabas tan lejos como algo inalcanzable, pero en ese momento me agarraba a tu cuerpo como un niño perdido a la mano de su madre.

Sentí todo eso sin decir nada. Nos despegamos y nos miramos. Miré en tus ojos y, como siempre, no entendí nada. Sabía que en cualquier momento volverías a dejarme como a un niño perdido que busca la mano de su madre. Pero esa noche estaba allí contigo y mientras los chicos daban los últimos tragos y el tipo que nunca llegó a estrella terminaba su canción, yo tenía a mi lado a la chica más bonita del barrio.

El sur.

Un relato bastante "kajuna" que escribí hace un tiempecillo para la clase del gran Yeyo...

El Sur.


Hacía mucho calor. El sol coronaba el cielo como creía que sólo lo hacían en los libros. Tardaría unas 5 horas en llegar a Moler, un pequeño pueblo en el interior de Almería. Mi viejo R-11 tenía más años que el aire acondicionado, por lo que mi único alivio era extender la mano por la ventanilla y dejar que el aire golpeara mi brazo. Mi espalda estaba empapada consiguiendo que mi camiseta se pegase al asiento. Trataba de no pensar en Pablo. Los ríos de sudor esquivaban mis gafas de sol. Sé que no debí hacerlo, pero lo hice. Huía hacia el sur tras perder el norte. Me llamo Eva y me siento culpable. Ahora entendía que hacía un calor de justicia.

Legué al viejo caserón al anochecer. Esa antigua casa de mis padres era un buen lugar para desaparecer. Además, hacía días que había oído que vieron a gente salir de la casa, probablemente algún tipo que creyó que allí dentro había algo de valor.

Nada más abrir la puerta percibí aquel olor horrible. Fui a la cocina a beber agua. Había sangre en el suelo. Salí de la cocina y observé que había más sangre en el suelo del salón. Estaba demasiado perdida y cansada como para tener miedo, así que seguí el rastro rojo por toda la casa. Las puertas de salida estaban especialmente manchadas. Las gotas rojas me llevaron a la escalera y continuaron por el pasillo de la planta alta. La vivienda no tenía persianas ni cortinas por lo que el sol inundaba las estancias. El olor se iba haciendo más fuerte. La sangre abandonaba el pasillo para entrar en la habitación donde pasaba los veranos de cría. Aquí el olor se hacía insoportable, a punto de desmayarme corrí a abrir la ventana y detecté que la sangre se ocultaba debajo de la cama. Me vino a la memoria la imagen de Pablo encima de mí, el día que hicimos el amor por primera vez sobre aquel colchón. Ahora allí debajo había un charco de sangre en medio de un asfixiante olor a muerto. Me agaché a mirar. Con mis rodillas apoyadas en el charco de sangre vi que yacía en el suelo sombreado un gran pastor alemán sangriento y magullado.

Aquel animal debió de entrar con los ladrones aquel día, que asustados ante los gritos de los vecinos habrían huido dejándolo allí. Encerrado se habría golpeado contra las paredes de la casa vacía hasta morirse de hambre y sed. Me senté en la cama y pensé en aquel perro sólo en la gran casa vacía.

Volví a montarme en el coche y fui a la playa de mis primeros veranos. Era ya de noche y no había nadie sobre la arena. Me desnudé. Encendí mi teléfono móvil y llame a Pablo. Tiré el teléfono sobre la arena y me metí en el agua.

Mañana volvería al norte.


Bajo las estrellas...y la chica de al lado

Una sección que será habitual en este blog es la de crítica de cine. Pues bien, ayer fui a ver "Bajo las estrellas", ópera prima del director español Félix Viscarret. Así que, vamos allá...

Ante todo he de explicar algo. Cuando una persona acude a ver una película (igual que cuando ve cualquier otra cosa del mundo, ya sean obras artísticas o persona y acciones de carne y hueso) se confrontan dos realidades, la que estamos viendo y la nuestra propia, que dan lugar a una tercera que es la suma de ambas. Es decir, cada persona recibe lo que está viendo, en este caso una película, desde sus propias circunstancias. Y ya no me refiero al lenguaje polisémico del cine y a sus diferentes lecturas, sino a algo más simple, a veces te interesa más la persona de la butaca de al lado que la propia película. Claramente: ayer mi rabillo del ojo mantuvo una ardua lucha con su parte central, por lo que es de justicia confesar que "Bajo las estrellas" debía hacer un sobre esfuerzo para que la pelea que se estaba celebrando en mi ojo y, por lo tanto, en mi cerebro no cayera del lado de la visión lateral y su proyección me atrapase lo suficiente como para no centrarme en chica de al lado. Félix Viscarret perdió la batalla, pero no le culpen...ustedes no han visto a la chica que estaba sentada al lado.

Una vez avisadas mis circunstacias personales vamos a centrarnos en lo estrictamente cinematográfico. Aunque aún queda apuntar una último factor externo: con todo el revuelo montado y a la vista de su palmarés en el Festival de Málaga (mejor película, mejor director, mejor actor (Alberto San Juan), mejor guión novel), me esperaba bastante de esta película. Y he de decir que me defraudó un poco. Quizás fuese fallo mío por crearme demasiadas expectativas, porque la película tiene, sin duda, varios elementos apreciables. Como son: su forma (está rodada en una especia de imagen digital que es muy bonita, al estilo cine indie americano, aunque puede resultar demasiado ficticia), sus interpretaciones (aunque al comienzo no me entró del todo, Alberto San Juan se va haciendo con el personaje, y Emma Suárez, tan guapa y auténtica como siempre, aparece menos de lo que imaginaba y la eché de menos en algunos momentos), su música (tanto su original parte instrumental como las canciones americanas utilizadas), su buen guión basado en "El trompetista del utopía" de Fernado Aramburu, mezcla de drama y de comedia que además consigue dibujar un nada complaciente retrato de la sociedad rural (aunque dos matices: utiliza un punto de partida muy de película independiente americana - chico que vuelve a su pueblo natal al morir uno de su progenitores, al estilo de la maravillosa "Algo en común" ("Garden State) de Zach Braff, con una maravillosa Natalie Portman (las sonrisas de Ntalie y de Emma son grandes momentos de ambos filmes); además los personjes no están del todo bien definidos lo que hace que no entiendas del todo sus acciones ni te llegues a identificar completamente con ellos- lo cual evidentemente, es un gran handicap).

Bueno, no voy a eternizarme más..."Bajo las estrellas" es una estupenda carta de presentación de su director, Félix Viscarret, y una buena muestra de lo que nuestro cine es capaz de hacer (por cierto, me alegró comprobar que ya lleva varias semanas en un cine tan compercial como es Kinépolis y que en la sala había basntate gente de todas las edades). Es una lástima que no llegue a ser todo lo que podía haber sido, pero su visonado te ofrece varias razones para seguir confiando en el cine, en todo el cine, incluyendo el nuestro...y a mi me ofeció una coartada perfecta para intentar llevar a la chica de al lado a dar un paseo bajo las estrellas...