martes, 24 de marzo de 2009

Clint y Estados Unidos frente al espejo


Escribe: Roberto.


Imaginaos al protagonista de "Por un puñado de dólares", o de "El bueno el feo y el malo", o de "La muerte tenía un precio"; o a Harry el Sucio, o a Munny, el pistolero de "Sin Perdón". A cualquiera de ellos o, mejor, a todos ellos que vienen a ser el mismo. Imaginaos a ese vaquero sanguinario y sin escrúpulos 40 años más tarde. Retirado en un barrio residencial de algún lugar de Estados Unidos que se ha llenado de inmigrantes. Habituado a la intolerancia, asediado por la mala salud, por la incomunicación con sus hijos y por la culpa.

Eso es Gran Torino. La redención de Clint Eastwood y de su papel fundamental en un cierto cine (norte) americano, violento y de valores primitivos. Y si casi podemos decir que el cine (norte)americano es (norte)América, Gran Torino es, por extensión, la redención de los Estados Unidos. La toma de conciencia de un país de que, como ya advertía Dylan hace años, los tiempos han cambiado. El anterior juego se ha agotado y los viejos jugadores deben dejar paso a los nuevos (también en el propio cine), aunque sean "amarillos", porque esos "amarillos" son los nuevos americanos.

Ir a ver Gran Torino es ir a ver el último acto heroico de Clint (de hecho es su última película como actor), su último afeitado con cuchilla, su última tentación. Pero de un Clint ya anciano y cercano a la muerte y, por lo tanto, cansado y con menos brío del habitual (de lo que adolece la narración), pero tremendamente sabio, profundo, inesperado y moral.

Ir a ver Gran Torino es ir a ver la situación de un país, mejor dicho, de un Imperio, en medio de un cambio radical. De un coche grande y viejo que necesita de un nuevo conductor, ya sea asiático (y ficticio), ya sea negro (y real), para salir de la oscuridad de un aparcamiento y volver al camino del mar y de la libertad.

En consecuencia, Gran Torino es la muestra de grandeza de un director de cine y de un país (que por algo es un Imperio) que tienen la valentía de reflexionar y de reconstruirse, de morir y de volver a nacer. De mirarse ante el espejo.

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El Corazón de Mickey





No puede ser. Todo iba bien. Era un buen finde. El Desencanto encendía motores. Los Sotillo ganábamos 3-2 en un partido bonito. Después disfruté del sol, la cerveza y los amigos. El Madrid daba un paso más para agrandar su leyenda, apareciendo en la calma del barsa como el maldito invitado que se cuela en todas sus fiestas. Por otro lado, a mí móvil llegaba un mensaje que me daba esperanzas de asistir a la única fiesta que yo espero. El domingo se fue agradable con el carrusel (sí, a estas alturas ya habréis adivinado que me gusta más el fútbol que la vida, como dice Ray). Por la noche Los Oscar y el primero para nuestra Penélope. Perfecto. Y me dormí. Al día siguiente madrugaba y me conformé con ver esta noche un resumen de la gala. Y al día siguiente madrugué. Me levanté. Di todo por sentado. Me equivoqué. Cogí el coche tranquilo, seguro de que todo habría salido bien, me puse las gafas de sol, encendí un cigarrillo, y arranqué el motor...Me puse a pensar en las últimas películas que había visto últimamente...

NOMINADAS

SLUMDOG MILLONAIRE , EL LECTOR, EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON

Yo soy de Button. Me fascina esta película. Puedo entender algún contra que le pone alguno, pero ni mucho menos puedo admitir que la tachen de tramposa o de falta de lógica interna. Me parece una película que aprovecha una buena historia para hablar con profundidad sobre el paso del tiempo y, especialmente, sobre la muerte y sobre la adecuación al cambio. En esto último reside para mí la clave de la cinta. De hecho, aunque pueda parecer que en la parte final falte un poco de dramatismo, es precisamente por la lógica del relato. Benjamin es un hombre que ha aprendido a afrontar los cambios de la vida. Me parece, como digo, una película divertida, profunda y emocionante.

El lector me parece una buena película. Toca temas interesantes de manera compleja y llega a emocionar a pesar de pecar de algo de frialdad. Crea polémica porque no recurre a tópicos y porque su historia sobre la culpa y la verguenza da que pensar. Por supuesto, suscribo lo dicho por todos acerca de la maravillosa Kate Winslet. Aún con todo, no acaba de fulminar, y se queda a un par de puntos de ser una película "mayor".

Lo diré desde el principio: no me gusta "Slumdog Millionaire". Evidentemente no me parece mala película, pero si atendemos a ella como posible mejor película del año o como verdadera obra maestra creo que no hay por donde cogerla. Me parece una película vacía, que intenta tratar muchos temas pero todos ellos desde el tópico y la superficialidad. Te lleva a gusto en su ruídoso y colorido tren pero no apunta ni a la cabeza ni al corazón, tan sólo a la visión.

LA DUDA

Tampoco me gustó esta. Al igual que "Slumdog..." (aunque de maneras totalmente distintas) es una película que se ve bien y que tiene cosas, como mínimo, apreciables. Ahora bien, creo que es una peli bastante hueca, con unos personajes de los que sólo vemos sus reflejos ya que nunca entramos del todo en ellos; y una cinta tramposa ya que crea "la duda" en el espectador a través de la falta de respuestas no de la complejidad de ellas (al contrario de lo que ocurre en El Lector). Por cierto: sobreactuada y recargada Meryl Streep.

OLVIDADAS

También me gustaría decir que las siguientes películas me parece que fueron injustamente maltratadas (o directamente olvidadas) en los premios de anoche:

WALL-E, MY BLUEBERRY NIGHTS, ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO, REVOLUTIONAY ROAD, EL CABALLERO OSCURO.

Todas ellas me parece que están al nivel de Slumdog...cuando no por encima.

DESFASADAS

También me gustaría decir que vi LOS FALSIFICADORES que no la había visto y me pareció una buena película.

Y de repente una noticia de la radio me sacó de mi análisis y me devolvío a la realidad. Sean Penn había ganado el Oscar a mejor actor. No podía ser. Di todo por sentado. Me equivoqué. Y ya no pude quitarme una pregunta de la cabeza: ¿Cómo estará el corazón roto de Mickey?

PD1: Como ya sabréis todos a estas alturas, "Slumdog..."fue la vencedora de la noche, pasando así, a engrosar la lista de películas ganadoras menores que todo el mundo olvidará en un par de meses.

PD2: ¡Enhorabuena Pé!

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martes, 3 de febrero de 2009

Tronc Ovest



Podría hablar de muchas cosas.

Podría hablar de aeropuertos y de aviones. De retrasos. De no saber si llegas pronto o tarde o si en tu tarjeta de embarque está la clave de tus sueños o de tus pesadillas. Podría hablar de tipos que bailan salsa en las salas de espera y que hacen reír a las muchachas japonesas. O de chicas gordas que sacan su cuaderno y pintan los rostros de los viajeros.

Podría hablar de una ciudad llamada Florencia, con gigantes perfectos y milagrosos como palomas que aparecen congeladas en las fotos. Podría hablar del Neorrealismo Italiano y de "Arroz Amargo" que me enseñó a Silvana Mangano y a Vittorio Gassman . O de tipos solitarios que desde un pasillo de un lúgubre hospital hablan de cúpulas imposibles.

Podría hablar de trenes italianos y de las montañas que se ven desde sus ventanillas. O de los ojos verdes de una española y el salitre en su mirada que mira las montañas que se ven desde las ventanillas. Podría hablar de montañas rusas. O de despedidas en las puerta de los cines que hacen que te guste la lluvia sólo porque estás convencido de tener paraguas.

Podría hablar de un pueblo llamado Lucca y de Puccini. De murallas oscuras y lluviosas. De gaditanos guitarristas que encienden besos con la chispa adecuada. Del calor de tu cuerpo en la cama. Podría recomendaros el vodka con fresa y las focaccace de jamón york, queso y champiñones. O que vayáis a tomaros una coca-cola mirando al río.

Podría irme atrás y hablar y hablar bien de Revolutionary Road y sus grandes actores. O de “El Truco del Manco” y volver al debate de la realidad y de la vida. O irme adelante y valorar una buena gala de los Goya. O volver al tiempo preciso y hablar de ferias de discos y de halcones ingleses y viajes a Darjeeling. O contaros detalladamente cómo es pasear sobre el río con la chica del puente.

Podría hablar muchas cosas y no hablar de nada y mear fuera del blog al no hablar de lo que hay que hablar, de cine. Pero, ¿acaso no hay que vivir para contar?

domingo, 25 de enero de 2009

Desencantar/Desencantarar My Blueberry Nights/ Entre les Murs El Cine/La vida



Desencantar/Desencantarar

Desencantar: Deshacer el encanto.
Desencantarar: Sacar del cántaro el nombre o nombres metidos en él para una elección por insaculación o por suerte. Excluir de esta elección o sorteo, por algún motivo legítimo, determinados nombres.

Hay que ver lo que cambian un par de letras, ¿no? ¿Dada la cercanía entra las dos palabras se podrá equivocar también La Realidad al leer nuestro nombre? ¿Nos sacarán del jarrón en un golpe de suerte (descartado el talento en la acepción) y nos mostrarán en plaza pública? ¿O excluirán nuestros determinados nombres por vayan a saber que motivos(s) legítimo(s) que seguro que lo(s) tienen?

Quizás no se equivoquen ellos (sean quienes sean), sino nosotros y la acepción que nos corresponde sea esa. Y nuestra única esperanza sea un fortuito golpe de suerte. Y nuesta única equivocación sea no hacer que ellos se equivoquen (sean quienes sean que ellos sean).

De cualquier manera, lo que está claro es que esto que nos traemos entre manos es el clavo ardiendo al que nos vamos a aferrar y que, con el talento propio y la suerte (siempre) ajena, podemos repetir aquí la frase que se decía en el guión de la película de Chávarri del mismo nombre que nuestra productora:

“No habrá, pues, otra oportunidad de salvación para una estirpe condenada a la soledad y el desencanto”.

El cine/La vida

Últimamente se escucha mucho eso de que "es un puro reflejo de la realidad" o "es real como la vida misma". Y encima lo dicen como un mérito. ¿No tendrán ellos bastante con la vida que quieren más? Nadie paga 8 euros por mirar por la ventana. Precisamente por eso me gusta el cine, o el fútbol. Porque mientras los fotogramas avanzan o la pelota corre la vida real se para. Se detiene durante dos horas. Se olvida, desaparece. Y nace otra vida, la del partido o la de la película, apasionante e imprevisible.

De este tema habla en varias ocasiones Ray Loriga en su libro "Días aún más extraños" (El Aleph, 2007) que recoge (entre otras cosas) sus artículos en el diario El País:

"Afortunadamente, contra el fuego de las cosas reales está el fuego de las cosas inventadas y ahí es donde la ficción le saca un cuerpo a la vida. En la vida uno apenas puede hacer nada, en la ficción todo es propio, hasta lo robado".
"El cine que vemos, y con frecuencia que hacemos, se ha vuelto plano e inofensivo, falsamente domesticado, sin esquinas. Ignora su propia naturaleza, se reduce, se encoge. No se cuestiona nada dentro de su propio sistema y pretende saberlo todo de la vida real. Qué confusión. Habría que dejar la vida tranquila, la realidad se basta sola, no necesita que la reproduzcan, sino que la incomoden".
"Para Hitchcock, el cine es tan real, dentro de sus parámetros, que apenas se preocupa por ensuciarlo con pretensiones de realismo. Su tamaño como artista se debe en gran parte a que respeta obsesivamente los límites del arte, que no nació precisamente para reflejar la realidad, sino para construir una realidad propia, un plano de existencia paralelo (...) La realidad viene a decirnos Hitchcock, es siempre más pequeña que el arte".

Las pongo todas seguidas, para que al menos algún párrafo sea bueno.

Alabado sea Ray. Alabado sea el cine.

My Blueberry Nights/Entre les murs (La clase)

Si han llegado hasta aquí adivinarán que película de estas dos me ha apasionado y cual me ha dejado un poco frío. No negaré las virtudes de "Entre les murs". Y, quizás, esta película (a falta de un nuevo estreno de Fernando León de Aranoa) sea un chivo expiatorio bastante injusto. Ya que, a pesar de su clara intención de llevar lo real a la pantalla (a lo documental-ficción como dicen los cahieristas; desprovista, por ejemplo, de cualquier nota musical) tiene luz y fuerza cinematográfica. Aunque, en mi opinión, no la suficiente como para pasar de un retrato de la realidad de la eduación francesa (y por extensión la de cualquier país occidental envuelto en el fenómeno de la inmigración), elaborado e interesante, pero poco emocionante.

Tal y como cuentan en el Cahiers de este mes, la película fue rodada con tres cámaras (una al alumno que habla, otra al profesor y otra atenta a las reacciones del resto de la clase), los niños (que no son actores sino alumnos reales) estuvieron durante un año en un taller de improvisación que montó el director de la cinta (Laurent Cantent, autor de "Hacie el Sur", buena película aunque algo fría) y está basada en el libro del profesor François Bégaudeau (que da vida al propio profesor del filme). Y todos estos son, sin duda, detalles cinematográficos interesantes pero, para un servidor, sirven para construir un artefacto demasiado paralelo a la vida.

Y en el otro lado está Wong Kar-Wai y sus historias. El director de la impresionante "In the mood for love", además de otras buenas películas como "Chunking Express" o "2046". Uno de los mejores directores vivos que existen.

Al otro lado está My Blueberry Nights. Al otro lado está una mujer lejos de su ciudad buscándose a sí misma. Al otro lado está un hombre que la espera envuelto en luces de neón Al otro lado, una historia de amor. Al otro lado está América. Al otro lado están historias ficiticiamente reales. Al otro lado está lo que yo entiendo por cine.

Al otro lado están una música maravillosa (en http://www.myblueberrynights.es/ podemos escuchar la preciosa canción de Cat Power, "The Greatest"), unos planos fantásticos (efectivos además de efectistas), unos actores espléndidos.

Y es que las películas tienen que ser, como mínimo, cestos de los que puedas ir desencantarando cosas, desencantarando trozos de cine.

Y así, con este verbo raro, cerramos este círculo que acaba de abrirse. Y volvemos a la vida y echamos de menos al cine.

Roberto, el tercer intrigante de El Desencanto.
(www.eldesencantoproducciones.blogspot.com)