Desencantar/Desencantarar
Desencantar: Deshacer el encanto.
Desencantarar: Sacar del cántaro el nombre o nombres metidos en él para una elección por insaculación o por suerte. Excluir de esta elección o sorteo, por algún motivo legítimo, determinados nombres.
Hay que ver lo que cambian un par de letras, ¿no? ¿Dada la cercanía entra las dos palabras se podrá equivocar también La Realidad al leer nuestro nombre? ¿Nos sacarán del jarrón en un golpe de suerte (descartado el talento en la acepción) y nos mostrarán en plaza pública? ¿O excluirán nuestros determinados nombres por vayan a saber que motivos(s) legítimo(s) que seguro que lo(s) tienen?
Quizás no se equivoquen ellos (sean quienes sean), sino nosotros y la acepción que nos corresponde sea esa. Y nuestra única esperanza sea un fortuito golpe de suerte. Y nuesta única equivocación sea no hacer que ellos se equivoquen (sean quienes sean que ellos sean).
De cualquier manera, lo que está claro es que esto que nos traemos entre manos es el clavo ardiendo al que nos vamos a aferrar y que, con el talento propio y la suerte (siempre) ajena, podemos repetir aquí la frase que se decía en el guión de la película de Chávarri del mismo nombre que nuestra productora:
“No habrá, pues, otra oportunidad de salvación para una estirpe condenada a la soledad y el desencanto”.
El cine/La vida
Últimamente se escucha mucho eso de que "es un puro reflejo de la realidad" o "es real como la vida misma". Y encima lo dicen como un mérito. ¿No tendrán ellos bastante con la vida que quieren más? Nadie paga 8 euros por mirar por la ventana. Precisamente por eso me gusta el cine, o el fútbol. Porque mientras los fotogramas avanzan o la pelota corre la vida real se para. Se detiene durante dos horas. Se olvida, desaparece. Y nace otra vida, la del partido o la de la película, apasionante e imprevisible.
De este tema habla en varias ocasiones Ray Loriga en su libro "Días aún más extraños" (El Aleph, 2007) que recoge (entre otras cosas) sus artículos en el diario El País:
"Afortunadamente, contra el fuego de las cosas reales está el fuego de las cosas inventadas y ahí es donde la ficción le saca un cuerpo a la vida. En la vida uno apenas puede hacer nada, en la ficción todo es propio, hasta lo robado".
"El cine que vemos, y con frecuencia que hacemos, se ha vuelto plano e inofensivo, falsamente domesticado, sin esquinas. Ignora su propia naturaleza, se reduce, se encoge. No se cuestiona nada dentro de su propio sistema y pretende saberlo todo de la vida real. Qué confusión. Habría que dejar la vida tranquila, la realidad se basta sola, no necesita que la reproduzcan, sino que la incomoden".
"Para Hitchcock, el cine es tan real, dentro de sus parámetros, que apenas se preocupa por ensuciarlo con pretensiones de realismo. Su tamaño como artista se debe en gran parte a que respeta obsesivamente los límites del arte, que no nació precisamente para reflejar la realidad, sino para construir una realidad propia, un plano de existencia paralelo (...) La realidad viene a decirnos Hitchcock, es siempre más pequeña que el arte".
Las pongo todas seguidas, para que al menos algún párrafo sea bueno.
Alabado sea Ray. Alabado sea el cine.
My Blueberry Nights/Entre les murs (La clase)
Si han llegado hasta aquí adivinarán que película de estas dos me ha apasionado y cual me ha dejado un poco frío. No negaré las virtudes de "Entre les murs". Y, quizás, esta película (a falta de un nuevo estreno de Fernando León de Aranoa) sea un chivo expiatorio bastante injusto. Ya que, a pesar de su clara intención de llevar lo real a la pantalla (a lo documental-ficción como dicen los cahieristas; desprovista, por ejemplo, de cualquier nota musical) tiene luz y fuerza cinematográfica. Aunque, en mi opinión, no la suficiente como para pasar de un retrato de la realidad de la eduación francesa (y por extensión la de cualquier país occidental envuelto en el fenómeno de la inmigración), elaborado e interesante, pero poco emocionante.
Tal y como cuentan en el Cahiers de este mes, la película fue rodada con tres cámaras (una al alumno que habla, otra al profesor y otra atenta a las reacciones del resto de la clase), los niños (que no son actores sino alumnos reales) estuvieron durante un año en un taller de improvisación que montó el director de la cinta (Laurent Cantent, autor de "Hacie el Sur", buena película aunque algo fría) y está basada en el libro del profesor François Bégaudeau (que da vida al propio profesor del filme). Y todos estos son, sin duda, detalles cinematográficos interesantes pero, para un servidor, sirven para construir un artefacto demasiado paralelo a la vida.
Y en el otro lado está Wong Kar-Wai y sus historias. El director de la impresionante "In the mood for love", además de otras buenas películas como "Chunking Express" o "2046". Uno de los mejores directores vivos que existen.
Al otro lado está My Blueberry Nights. Al otro lado está una mujer lejos de su ciudad buscándose a sí misma. Al otro lado está un hombre que la espera envuelto en luces de neón Al otro lado, una historia de amor. Al otro lado está América. Al otro lado están historias ficiticiamente reales. Al otro lado está lo que yo entiendo por cine.
Al otro lado están una música maravillosa (en http://www.myblueberrynights.es/ podemos escuchar la preciosa canción de Cat Power, "The Greatest"), unos planos fantásticos (efectivos además de efectistas), unos actores espléndidos.
Y es que las películas tienen que ser, como mínimo, cestos de los que puedas ir desencantarando cosas, desencantarando trozos de cine.
Y así, con este verbo raro, cerramos este círculo que acaba de abrirse. Y volvemos a la vida y echamos de menos al cine.
Roberto, el tercer intrigante de El Desencanto.
(www.eldesencantoproducciones.blogspot.com)